viernes, abril 11, 2008

"No es amenaza, es promesa."

Adelitas, soldaderas, coronelas o petroleras o como las llamen es lo de menos, lo de más es que todas ellas son mujeres temerarias, valerosas, patriotas y muy entronas. En resumen, son mujeres muy chingonas.






La mirada serena de Benito Juárez junto con las dos mujeres que lo custodian, que representan la justicia y la libertad, parecían observar como las miles de mujeres reunidas a sus pies iniciaban su marcha y como, poco a poco, se alejaban.






Alrededor de la una de la tarde, los senadores y diputados del Frente Amplio Progresista (FAP) tomaron de manera sorpresiva y simultánea las tribunas de ambas cámaras, en ese instante en perfecta organización y coordinación, las orgullosas Adelitas iniciaron el cerco a la vieja casona de Xicoténcatl.

Como se prometió, la resistencia civil pacífica en defensa del petróleo comenzó.







La reforma energética, que lo único que pretende es arrebatar la soberanía y la esperanza de millones de mexicanos, fue entregada. En medio de cantos y consignas las mujeres marcharon tomadas de los brazos, cada una de las veinte brigadas tomó sus posiciones estratégicas. Cada brigada, identificada por número, color y nombre inició el cerco ciudadano en las calles de: República de Cuba, Callejón del 57, Belisario Domínguez, Tacuba, Allende, Filomeno Mata y Manuel Tolsá.







El ánimo era indescriptible, miles y miles de mujeres libres y comprometidas con su misión en defensa del petróleo las hacían marchar hombro con hombro sin importar el aplomo del sol sobre sus cabezas y tener que soportar el intenso calor, todas ellas iban preparadas con gorros, sombrillas, botellas de agua, nueces y cada una llevaba su sándwich o fruta o ensalada. También llevaron tapetitos o cartones para sentarse porque como una joven mujer con sus amigas me dijeron –“sabemos que esto va para largo y estamos listas para todo: sol, lluvia o lo que sea.” –“ el día está bonito como para protestar”- acotó una en tono de broma, –“Lo que sí es que lo que hago”- afirmó –“me llena de orgullo.”-







La tarde pasó y a las Adelitas, como si hubieran hecho esto toda la vida, no se les había movido ni un pelo. El tiempo fue aprovechado para seguir con la organización, refrescarse bajo alguna sombra y comer un poco pero también se cantó, se bailó, se bromeó. Eran mujeres felices, mujeres comprometidas, mujeres dignas.






Ya más tarde un compañero, periodista como los hay pocos, me comentó sonriendo, -“Agarraron a los medios comiendo camote, no se lo esperaban”- refiriéndose al exitoso operativo realizado, tanto en la calle como en ambas cámaras, a lo que replicó-“Ora si, nos van a dar duro en la noche.”- Y así fue.