El día de ayer, jueves 29 de abril, cerca de trescientas personas recorrieron desde el Hemiciclo a Juárez hasta las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR) en la avenida Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, en una marcha por la vida de Érika Ramírez y David Cilia, reporteros del semanario Contralínea atacados por paramilitares en Copala, Oaxaca. Mientras el mitin se llevaba a cabo exigiendo a la PGR se responsabilizara por la desaparición de los civiles atacados por paramilitares, un grupo de manifestantes, portando mantas y carteles bloquearon los carriles en dirección sur-poniente del Paseo de la Reforma.
Minutos más tarde apareció un enviado del Gobierno Central para intentar negociar con los que llevaban a cabo la protesta, tal y como puede verse en la escena inicial del video. Por falta de experiencia o franca incapacidad del negociador, los manifestantes continuaron con la protesta, informando a los ciudadanos de los reporteros desaparecidos.
En ese momento comenzaron a formarse centenares de granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública del GDF, cuyo Jefe de Gobierno es el perredista Marcelo Ebrard Casaubón. Las imágenes del video son suficientemente explícitas para mostrar lo que ahí ocurrió:
Más tarde, al publicar las primeras imágenes de lo ocurrido, envié un mensaje por Twitter a Marcelo Ebrard (@m_ebrard), el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México me respondió de la siguiente manera:
¿De dónde saca el Jefe de Gobierno del Distrito Federal que el embotellamiento duraría dos horas si los automóviles y autobuses urbanos lograron desalojar ambos sentidos de la vialidad en pocos minutos? No lo sé. Pero lo que sí sé es que de ninguna manera eso justifica reprimir y sofocar una protesta ciudadana. ¿Cuántos minutos se tiene que esperar en el automóvil para justificar un acto represivo como el de ayer?