Cuando la COFETEL me hizo entregarle los datos de mi CURP,
se los di presuroso,
porque no tenía nada que ocultar.
Cuando la CONAPO me conminó a dejar la impresión de mis huellas dactilares,
fui confiado a dársela,
porque no tenía nada que temer.
Cuando SEGOB me obligó a darle la información de mi iris y DNA,
lo hice gustoso,
pues -dicen- era por mi seguridad.
Cuando el CISEN intervino mis comunicaciones,
me pareció correcto,
pues luchaban -decían- contra el crimen.
Cuando vinieron a buscarme,
no había quien protestara,
pues todos habían sido fichados.
Basado en el poema "Cuando los nazis vinieron por los comunistas" de Martín Niemöller (atribuído erroneamente con frecuencia a Bertolt Brecht) y dedicado a todos aquellos que alegremente, sin protestar, entregan día a día su intimidad a cambio de una seguridad que el Estado no puede darles.