La multitud empezó a reunirse frente a la entrada principal del Palacio Legislativo de San Lázaro desde más de una hora antes que diera inicio la reunión con el presidente legítimo de México. La oscuridad presagiaba una fuerte tormenta, los vendedores de impermeables aparecieron casi simultáneamente con las primeras gotas de lluvia. El agua, lejos de hacer que la gente buscara algún refugio, fue ignorada ante los preparativos del personal de logística que a las cuatro en punto comenzaron a acomodar el camión-templete. Todos estaban atentos a la oportunidad de encontrar el lugar más cercano a donde, minutos más tarde, Andrés Manuel López Obrador estaría frente al micrófono.
Raymundo Cárdenas Hernández, diputado federal del PRD por el estado de Zacatecas, hizo uso de la palabra para dejar en claro la inmoralidad del hecho que los funcionarios públicos reciban salarios sin relación ni proporción con la situación económica de los demás mexicanos. Hizo un llamado a cambiar el modelo económico, ya que después de veintiséis años no se han generado ni empleos ni ha crecido la economía nacional.
Andrés Manuel López Obrador colocó el micrófono en su base y agradeció a los miles de personas que lo escuchaban. La multitud reunida siguió con sumo interés las palabras del presidente legítimo, quien exigió que se apruebe la iniciativa de Ley sobre Salarios Máximos. Mencionó el divorcio que existe desde hace muchos años entre la clase gobernante y el pueblo, de cómo el quehacer político es sinónimo de corrupción, prepotencia y cinismo. Los funcionarios no sólo se enriquecen con la mafia del dinero y de la política sino que además cobran del presupuesto público: "Que les pague Salinas, que les pague Roberto Hernández, que les pague Claudio X. González. Que les paguen sus jefes, ¿por qué utilizar dinero del presupuesto para pagar sueldos elevadísimos y para mantener privilegios a la llamada clase gobernante?".
Se puede ahorrar eliminando múltiples partidas presupuestales con las que se benefician los altos funcionarios: "... el fondo de ahorro especial y de gastos médicos para atención en hospitales privados de la alta burocracia. Cancelando las pensiones millonarias a los expresidentes de México. Eliminando la entrega de bonos discrecionales, la compra de vehículos para altos funcionarios, los gastos de representación, los viáticos, la remodelación de oficinas, la renta de oficinas alternas, los boletos en primera clase y los gastos de vestuario. Reduciendo drásticamente las partidas de publicidad, de servicios telefónicos, celulares, fotocopiado y papelería, alimentación de funcionarios, servicios de asesoría, donativos, combustibles, arrendamiento de inmuebles, fideicomisos, entre otras."
Mientras el presidente legítimo de México hablaba frente a los ciudadanos, un personaje apareció en silencio por atrás de la gente reunida arriba del templete. Las oscuras cejas de Pablo Gómez enmarcaban la furtiva mirada del senador, a quien no habíamos visto en una asamblea con Andrés Manuel López Obrador desde el jueves 23 de octubre, un día antes de que muchos de los indignados ciudadanos del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo lo llamaran traidor por haber votado a favor de la Reforma Energética.
Al final de la reunión Andrés Manuel López Obrador aprovechó la oportunidad y dio lectura a la carta que le dirigió a Hillary Clinton, Secretaria de Estado de los Estados Unidos de América, de visita en el país desde ese día.
La asamblea concluyó cantando todos el Himno Nacional, ahora con la participación al micrófono de Raúl Martell, no sin que antes Claudia Sheinbaum mencionara las fechas, horas y lugares en donde se llevará a cabo los próximos días la gira de Andrés Manuel López Obrador por las 16 delegaciones políticas de la Ciudad de México.
La gente se reunió alrededor del automóvil en donde abordo se encontraba Andrés Manuel López Obrador. Una larga valla humana acompañó el blanco vehículo hasta la esquina de la calle Emiliano Zapata, donde finalmente se alejó entre los vítores de la multitud.