Las protestas, las consignas y reclamos sonaban con energía desde varios puntos cercanos al Zócalo, a pesar de que algunos de los reporteros de los medios de comunicación –mediocres y serviles– afirmaban asustados que no se escuchaban tan fuerte. Las fuerzas federales habían tomado el Zócalo capitalino y evitado que los ciudadanos se pudieran acercar a expresar libremente su inconformidad con el denominado "Jefe del Ejecutivo".
Retenes formados por granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Distrito Federal (SSP–GDF) se anteponían a las hileras de granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF) quienes a su vez resguardaban las vallas metálicas de los elementos del Estado Mayor Presidencial (EMP) que estaban dispuestos antes de los miembros del Ejército Mexicano quienes portaban armamento de gran calibre frente al Palacio Nacional. Y aun así, los gritos de protesta se escuchaban por doquier.
Un par de centenas de manifestantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) protestaban frente a la Catedral Metropolitana, mientras que algunos miles más lo hacían en el retén de la avenida 20 de Noviembre y la calle Venustiano Carranza. Ahí, en la retaguardia, desde una camioneta acondicionada como templete varios oradores hacían uso de la palabra. La cuadra de avenida 20 de Noviembre de la calle de Uruguay a la de Venustiano Carranza estaba llena de miembros del SME. En la vanguardia una una hilera de granaderos de la SSPF alzaban desafiantes sus escudos contra los trabajadores.
Alejados la distancia necesaria para que algunos asustadizos reporteritos en Palacio Nacional no los escucharan, las voces de los manifestantes retumbaban en las paredes de las casas y almacenes del Centro Histórico. Al cabo de un rato, para evitar afectar a los cientos de peatones que comenzaron a llegar a las oficinas y tiendas de la zona, Fernando Amézcua hizo extender una larga pancarta en papel kraft y que sirvió para crear una "zona franca" entre los miembros del SME y los escudos de los granaderos de la SSPF y formar un pasillo por donde la gente pudiera circular.
Es a través de la complicidad de medios de comunicación deshonestos, de asustadizos reporteritos ávidos a replicar el guión que les mandan junto con el "cheque quincenal", que pretenden "desaparecer" a estas personas: ciudadanos en su total y absoluto derecho constitucional a manifestarse. La gente en la protesta parecía ir motivada por su propia desesperación, por su sentido de justicia y libertad. Mientras, el gobierno federal, adecuadamente protegido por centenares de elementos armados, sigue en su propósito de vender la Nación, de destruir la República, manteniendo estupidizados a millones de espectadores y lectores con sus pifias y engaños.
Sobre la avenida Pino Suárez, ruta de salida del contingente presidencial, varios camiones militares pasaron llevando a cientos de soldados. Una valla de granaderos de la SSPF apoyaban al retén del EMP que impedía que la gente pudiera llegar a sus lugares de destino. Extrañamente los escudos de plexiglas de este grupo de granaderos federales no llevaban el texto al centro "POLICÍA FEDERAL" y meramente tenían un rectángulo de color negro.