jueves, noviembre 16, 2006

¡No queremos borregos!

"¡Andrés Manuel! ¡Andrés Manuel! ¡Andrés Manuel!" Invocaba un joven encaramado en uno de los arriates del Jardín Hidalgo de Coyoacán, en la Ciudad de México. "¡Andrés Manuel! ¡Andrés Manuel! ¡Andrés Manuel!" gritaba como si fuera una especie de conjuro; de esos que cuando uno menciona muchas veces a la persona, de repente, aparece. Así fue, Andrés Manuel llegó.

Las consignas, esta vez fueron pocas. Las ovaciones y el nombre de Presidente legitimo de México se escucharon como fuertes truenos por toda la plaza donde llegaron cerca de dos mil quinientas almas. Todos querían verlo pero lo más importante: querían escucharlo.

Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno electo del Distrito Federal, hizo el compromiso. Andrés Manuel tiene un buen amigo, millones de buenos amigos.

Los aplausos y los vítores no cesaban pero Andrés Manuel por encima de las voces que lo llamaban tuvo que alzar la suya "Vengo a invitarlos el día 20 de noviembre a las cinco de la tarde en el zócalo de la Ciudad porque, con mucho honor, voy a asumir el cargo de Presidente legítimo de México." Los gritos de alegría no dejaban escuchar pero ¡que más da! la invitación, ya esta hecha. La invitación es para las mujeres y hombres libres; no es para acarreados, esos no caben en este movimiento ciudadano. Ya lo dijo el Presidente legítimo "!No queremos borregos!". Habló poquito más de media hora, se le vio de estupendo humor y enfatizó que para que un gobierno legítimo y un presidente legítimo funcionen, se necesita el apoyo del pueblo, dejando atrás los sin sabores del fraude- "el fraude duele, el fraude da tristeza, pero no nos podemos quedar con eso, tenemos que levantarnos y luchar" insistió, "Porque más temprano que tarde triunfará la causa noble y justa para beneficio de las futuras generaciones." El discurso siguió y todos escuchaban, cuando terminó, volví a escuchar con insistencia "¡Andrés Manuel! ¡Andrés Manuel! ¡Andrés Manuel!" pero ahora en voz de una mujer, "¡Andrés Manuel! ¡Andrés Manuel! ¡Andrés Manuel!" no dejaba de llamarlo. Andrés Manuel volteó, la vio y la saludó, su deseo se cumplió.

Un saludo,
Aquiles Voy.