Dentro de la claridad de pensamiento de un movimiento ciudadano que ha demostrado la madurez necesaria para obtener éxitos claros y contundentes resultados, el surrealismo de un mundo al revés se hace presente, enturbiando lo que debiera ser sencillo, evidente, obvio y necesariamente claro.
De la misma manera que una entidad de comunicación alternativa que ha demostrado la entrega necesaria de sus disímiles colaboradores para mantener un medio informativo activo siete días a la semana por veinticuatro horas diarias desde hace decenas de meses cree tener los elementos y medios necesarios para ahora crear un medio escrito, un medio escrito alternativo que ha demostrado un éxito sin precedentes, siendo un hito por sí mismo, ahora pretende incursionar en la producción audiovisual emulando los peores vicios del cartabón tradicional. Un imaginativo escritor que no lo es, docto historiador diletante, se supone a si mismo con la suficiente autoridad como para comandar a la ciudadanía organizada desde la lejana tierra de la Coca Cola hacia objetivos que no solo no le son propios, sino que le afectarían involucrándolos en algo que no desean ser.
Si bien hay algunos que se dicen ser defensores a ultranza de las palabras de un individuo que por la buena organización de extraños y la mala de los propios se le pudo frenar sus intereses políticos mediante el fraude electoral, todos parecen olvidar sus palabras, sus recomendaciones, sus sugerencias, sus órdenes, haciendo, sugiriendo, proponiendo justamente todo lo contrario del sentido de su decir, de su pensar, de su hacer.
Mientras él habla de un plan, sus seguidores escuchan destruir, mientras él habla de difundir, ellos se sientan frente a sus monitores en la infructuosa búsqueda de la cuadratura del círculo. Cuando los que sí hacen, hacen, los que no, destruyen el hacer, en la devastadora crítica del que no conforme con nada, prefiere la ausencia a la acción.
La envidia, la innecesaria creación de nota roja, de la divulgación de lo que no es en aras de vender más, la verdad inocentemente trastocada por la inexperta e inculta práctica de ingenieros, abogados, amas de casa, médicos, comerciantes convertidos ahora, gracias a la vara mágica de la cibernética facilidad del internet en consumados comunicadores. En un rápido parangón, si en lugar de divulgadores objetivos se creyesen médicos, estarían practicando cirugías a diestra y siniestra por el mero hecho de tener en sus manos un escalpelo.
Un mundo al revés.
Y sin embargo el mensaje es claro aunque al parecer hay pocos que lo entienden. La idea es sencilla, aunque no todos dan con ella: comunicar lo que hay que comunicar de la manera en la que hay que decirlo a quien hay que decírselo. Y ya.
sábado, mayo 03, 2008
De la necia levedad del ser
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