La madrugada del 15 de septiembre comenzó lluviosa, durante el día el encapotado cielo auguraba arrojar más agua en la Ceremonia del Grito Legítimo. Así fue. Cercano al medio día la Plaza de la Constitución comenzó a recibir a los miles de ciudadanos que arribaron de otros estados de la República. Las principales calles que desembocan al Zócalo eran una verbena de confeti, cornetas, pinturitas para la cara, banderas, máscaras, espuma, collares y cualquier tipo cháchara tricolor para estar a tono con la tradicional noche mexicana que conmemora la gesta de independencia.
Desde las cinco de la tarde los ríos de gente comenzaban a debordar las calles. En Madero y Palma estaba ubicado uno de los muchos retenes de revisión instalados por la Policía Federal Preventiva (PFP) y el Estado Mayor Presidencial (EMP) que inspeccionaban minuciosamente a las personas que se dirigían hacia la Plaza de la Constitución en la cual estaban cientos de elementos de la PFP en uniforme de granaderos mezclados entre la población y ubicados puntuales en ciertas zonas.
Una cuarta parte de la plancha del Zócalo estaba reservada para otras personas, no para la gente, no para el pueblo que evidentemente no estaba invitado. Cientos de vallas, que miden el tamaño del miedo del presidente usurpador cerraban el paso hacia el templete que el gobierno federal había colocado. Sólo una pequeña entrada, custodiada por elementos del EMP, permitía el acceso al área exclusiva para los soldados y sus familias que acudían a presenciar el espectáculo montado donde "artistas" famosos los deleitarían con sus canciones.
Del otro extremo de la plaza, de frente al Palacio Nacional, se ubicaba el escenario que el Gobierno de la Ciudad de México colocó y donde se presentaron durante el día diversos espectáculos culturales. Cerca de las siete de la noche, bajo una llovizna intensa, Paquita la del Barrio hizo su aparición como parte final del evento organizado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. La clásica frase "Me estás escuchando inútil" de la cantante, la entonó muchas veces y exaltaba al auditorio que volteaba señalando el Palacio Nacional. Por supuesto, no faltó que la intérprete de "Rata de dos patas" terminara su presentación cantándola, mientras la gente coreaba "pelele" en cada adjetivo de esta peculiar canción: -"Rata inmunda"- ¡pelele! -"animal rastrero"-¡pelele!-"escoria de la vida"¡pelele!... etc.
La lluvia continuaba cayendo, lo que provocó que un poco de gente se retirara mientras la gran mayoría permaneció inamovible, fue el momento que Jesusa Rodríguez, quien presentó el libro de Andrés Manuel Lópéz Obrador, La gran tentación: el petróleo de México, tomó el micrófono y levantó aun más los ánimos arengando -"¡Ni la lluvia, ni el viento, detendrán el movimiento!-" eran las ocho en punto de la noche. Daba inicio la ceremonia del grito legítimo, el grito del pueblo a la que todos estaban invitados.
La fiesta comenzó entre cientos de paraguas abiertos y plásticos para evitar mojarse pero todo estaba empapado, todo era agua, nadie se movía, salvo para bailar en su lugar y aplaudir las canciones de Ángeles Ochoa y Jorge Saldaña, este último fue increpado por las potentes bocinas de OCESA a lo que el periodista contestó, con la dignidad que lo caracteriza, algo así como: "Ni aun así, callarán el grito del pueblo." y prosiguió cantando.
Por ahí una señora, empapada hasta la médula, sonriente me dice -"La lluvia no me importa, estoy aquí desde las dos de la tarde para agarrar este lugar, es el mejor... pero luego llegan estos con sus cámaras y nos tapan, no dejan ver." a lo que le comento -"Bueno, ellos vienen a cubrir la ceremonia que encabezará, en un ratito, el presidente legítimo"- a lo que muy segura me reviró -"¿Y para qué?" Me dejó callada, la señora tiene razón ¿Y para qué?.
El momento cumbre llegó, quien encabezaría la Ceremonia del 198 Aniversario del inicio de la Independencia Nacional comenzó a decir su discurso, sin que otros le precedieran.
La voz de Andrés Manuel López Obrador, quien se dirigió a la asamblea presente, se escuchaba fuerte y lejos porque el sonido antagónico local había sido apagado, tal y como apagarán hoy las exigencias de la ciudadanía. Las contundentes palabras rebotaron en todos los edificios que circundan la plaza recordando que la actual crisis del país es "un producto de un grupo de tecnócratas comandados por Carlos Salinas, quien convirtió de plano al gobierno en un comité al servicio de una minoría de banqueros, de hombres de negocios vinculados al poder, de especuladores, de traficantes de influencias y de políticos corruptos." En esta asamblea no sólo se acusó, hubo propuestas y se hicieron compromisos para rescatar a México trabajando en la organización y haciendo conciencia.
Para finalizar se gritaron los vivas, los vivas más incluyentes y elocuentes de la historia de las Ceremonias del Grito. Mientras escuchaba esta fantástica y casi interminable letanía no pude evitar pensar, mirando a Palacio Nacional, ¿acaso estará escuchando el inútil?. Sonó la campana de la libertad, tañida por niños y se cantó el Himno Nacional. Eran casi las diez de la noche, hora de retirarse, hora de dejar a un presidente pelele hacer su numerito.